martes, 15 de mayo de 2012

Oasis

¡pum pum! ¡pum pum! Bombea la sangre. La sientes ascender y descender por ese laberinto de arterias y venas; de sangre pura y limpia y de sangre contaminada. Te levantas, te vuelves a sentar. Cruzas las piernas, las estiras. El puntero del ratón sube y baja sin detenerse en nada. Trabaja, pero no trabaja. Hace como que. Como que miras ofertas, como que retocas una foto, como que te concentras, como que...
Pero el mismo pensamiento; la misma sensación. La ansiedad llamando a la puerta e intentando ser reprimida. 
Si te dejaras ir...tendrían que construir otra Troya para que volviera a arder...porque ardería, de eso estás segura. 
Esa sensación de estar un poco más alta, de estar, pero no estar; de soñar despierta; de desear con mucha fuerza y, paralelamente, perder la esperanza. De tener que, de tener que aprender, de tener que aprender a esperar, de tener que aprender a esperar y no desesperar y, sobre todo, de posar los pies en el suelo y calzarse las gafas de la REALIDAD.

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