TARDE DE DOMINGO

Hoy vi una de esas películas que transporta tus neuronas y, por ende, tus emociones a otro espacio y ahí las deja, volando suavemente, meciéndolas con una nana imposible de acordes perfectos. Una de esas películas que cala hasta los tuétanos del alma, que pone de punta cada una de tus moléculas a base de, quizá, recursos demasiado lacrimógenos, pero no me importa. 

No estoy aquí hoy para hablar de cine, sino de sensaciones.

Una película que me descubre, de nuevo, recordando a los que ya no nos acompañan en este camino; que aborda un tema peligrosamente huidizo por la mayoría de los seres que vagamos por este mundo; que me incita a recobrar las ansias por creer, en lo que sea...

Y me dejó pensando, y recordando, y me entraron una ganas increíbles de escribir; no sabía qué ni dónde...Supuse que, además de mi cuaderno azul y naranja, este sería un buen sitio para plasmarlo.

Luego, con los miembros a flor de piel, fui a ver un ballet de Carmina Burana. Otro espectáculo para los sentidos: descubrir músculos que desconocía, dar nombre a figuras creadas por la contorsión del cuerpo y volver a dejarme llevar a esa burbuja de la que no me gustaría salir