jueves, 26 de abril de 2012

JUEVES

Caminaba sin rumbo. Gozaba del privilegio de no tener ninguna obligación que atender ese día. Y era jueves. Se había levantado tarde y, a la media hora, ya estaba en la calle.
El viento soplaba con poca intensidad, pero había llegado del sur con el consiguiente regalo del descenso de las temperaturas. Enfundada en su gabardina gris con el cuello de pelo, deambulaba por la ancha, aunque atestada, avenida.  No sabía muy bien dónde se dirigía: cabizbaja y con la mirada perdida. Rodeada de cientos de personas a las que no detectaba.
Estaba por doblar hacia una calle menos transitada, cuando reparó en una cabina de fotos de carné. Siempre le habían causado mucha gracia estas cabinas, pero hacía mucho tiempo que no las usaba, ya que es más habitual ahora que te las saquen en una tienda fotográfica. Se metió en la cabina y dejó de escuchar el bullicio de la calle. Le gustó esa sensación de cápsula en medio de la ciudad.
Sacó un papel y apuntó algo. Como estaba, con el mismo estado que tenía desde que se levantó, alzó el papel y apretó el botón. El flash la cegó. No sonrió; no se puso la careta para la foto. En el papel rezaba:
"Esa sensación de melancolía que, a veces, deja el sexo"...

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